El destino sobre las olas del tiempo. un acechar cauteloso, un océano fragmentado al existir entre la vida y la muerte. El destino que aguarda toda embestida, para rodar en las aberturas insaciables de mi pasado, que me rebusca con su abismal fondo. Allí, tierra de antiguas voces y víctimas, allí, un dolor silencioso tendido en polvorientas calles que forman mi ruta con inéditos cuerpos, cantados sobre las sobrantes huellas, de cualquier flor con espinas o gusanos después después de nosotros mariposas.
Pero en este entonces, qué me diga el oráculo de los que no evoco; y qué escapen todos los que nunca tuvieron la palabra mágica, para que nadie construya castillos en las ruinas del olvido.
Qué se desaten las lágrimas, y sean una verdad, sin los ser nudos de una afonía atareada con miles de muertas lenguas , las que partieron, entre las hojas de cristal de sabias, sin embargo inútiles promesas.
Quién atreve a detener al avance desconocido de las sombras?, después de que sus quejas fueron tan sólo un adorno molesto, en un animal que cuando reía sin la conciencia dijo después, yo soy el hombre.
Sin tomar en cuenta que lo inmutable habla por sí al ser casi… un títere más de la pérdida; cuando yo... también reía con él.
El sol, en este día morirá una vez más al ocultarse al otro lado de los ríos, las piedras pulidas por el agua, sentirán que la tibieza de aquellos últimos rayos de luz, son una danza de la orilla interminable del tiempo, mientras baja lenta la negra cabeza de la noche por las ramas.
Una vez más, la oscuridad es un océano que cuando yo soy un ciego me abre los ojos. Una vez más… y cada paso solitario es una interior llamada, de aquellas súplicas que cayeron sobre nuestras cabezas. Rayos de luna y sueños de los extinguidos astros y estrellas.
El hombre me abandona… una vez más; y por eso yo en esto, respiro de la mía, y de su densa neblina. El hombre me abandona, y con esta semilla, nace como algo tan natural ahora, un paisaje hermoso de un leporino silencio.
Que nadie sorprenda si el horizonte rebela y nos espute su grito en nuestra banal boca; que nadie esconda su ser como una entraña, el pináculo violento, oculto lado de la luna.
Que nadie ponga triste… sí la alborada, después quizás sea el amanecer de la noche, o quizás, si la lejanía se acerca se queda y nos lleva… ahora que posible la batalla está casi perdida.
El horizonte es también sincero … y nos llora.
3 comentarios:
El horizonte siempre está demasiado lejos....
Un fuerte abrazo, y gracias por volver a escribir.
usted y su magia rescatando y describiendo aquella belleza incólume que ha sido devorada por la nada.
un fuerte abrazo, espero seguir leyéndole hermano.
Aunque el horizonte se nos dibuje lejano, inspira en mi cierta esperanza e incertidumbre. Esperanza por encontrar algo mejor al otro lado. Incertidumbre, por no saber lo que allí me espera.
Gracias por visitar mi pequeña vía, que será la tuya siempre que lo desees.
Tienes un blog fabuloso, así que con tu permiso te enlazo y sigo.
Un fuerte abrazo.
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